Posts Tagged erasmus

Erasmus en Paris

Erasmus en Paris

Después de haber tenido mil y una dificultades a lo largo y ancho de mis nueve meses de Erasmus en Paris, creo que los futuros estudiantes que se van para allí se merecen una ayuda. Para ello, os cuento un par de cosas necesarias.

Vivienda
Es bastante complicado encontrar alojamiento en Paris. Las residencias públicas no son muy numerosas, y la mayoría de las universidades no tienen convenios con ellas, así que has de buscarte la vida por tu cuenta propia. La red del CROUS tiene bastantes residencias que ofrecen habitaciones individuales o compartidas entre 300 y 500 euros. Se supone que son las públicas y más baratas. Si tu universidad de destino no tiene convenio con esta red, tendrás que entregar tú solito todos los papeles a través de http://www.crous-paris.fr/, tendrás que hacer tu propio dossier con documentos (está todo bastante bien explicado en la página), aunque tardan mucho en darte una respuesta. Los plazos de entrega suelen ser en abril-mayo, y las resoluciones salen a lo largo del verano. También se puede pedir residencia en la Cité Universitaire, un campus precioso lleno de residencias que parecen pequeños castillitos y palacios, con unas habitaciones increíblemente bonitas. Las diferentes residencias se suelen llamar Maison de (nombre del país), excepto la de España que no es Maison sino Colegio; no tienes que pedirla exclusivamente en la de tu país, puedes solicitar alojamiento en cualquiera de ellas. Cada día hay fiesta en la planta baja de alguna, con precios "populares" (2 euros la cerveza y el vino, 3 euros la copa, pero en vaso de cumpleaños). Para buscar la información sobre este maravilloso campus, está su página web: http://www.ciup.fr/.

Si prefieres (o no encuentras residencia), puedes buscar piso. Esto es más complicado: puedes pagar unos 60 euros a una agencia inmobiliaria, le explicas la zona donde quieres vivir y las características aproximadas del piso, y te van enseñando lo que tienen. Sino, siempre se puede recurrir al PAP (Particulier à particulier), un periódico tipo SegundaMano, donde ofrecen alojamiento. Es un poco caro y sale una vez por semana, pero tiene buenas ofertas (yo encontré mi piso parisino de erasmus en este periódico). Muchas veces te exigen un aval francés, si no se tiene un familiar o amigo que pueda hacer de caution, no te hacen el contrato, pero existe gente con dos dedos de frente que entiende que puedes no tener un familiar francés, así que te permiten ser avalados por un familiar español, o incluso no ser avalados (aunque supongo que en este caso, te pedirán un mínimo de fianza de dos meses).

Tanto para pagar la residencia o el piso, siempre y cuando tengas un contrato legal, puedes pedir ayuda a la Caisse d’Allocations Familiales, CAF. Cubres el dossier con fotocopias de lo que te exigen (contrato del piso o residencia, confirmación de estudio, fotocopia DNI… cosas básicas) y te acaban dando, igual tarde, pero te acaban dando una ayuda que puede ir del 15 al 45% del gasto de alquiler. A mí me daban 113€ al mes, siempre es una ayuda más…

Transporte
La mejor forma de viajar por Paris es con la Carte ImagineR, una tarjeta que puedes pedir por Internet (). Esta tarjeta es anual, así que si te quedas sólo un cuatrimestre deberías cogerte un Pase Navigo (es casi igual, pero lo recargas mes a mes). Es único para estudiantes, así que te exigirán entregar algo que acredite que estás estudiando en Paris, tiene un precio bastante más bajo que el resto de los títulos de transporte (yo pagaba menos de 50 euros al mes para viajar por 3 zonas de transporte). Te permite viajar en metro, RER, autobús y tramway dentro de las zonas que hayas elegido todos los días del año, y los fines de semana y festivos, además del mes completo en julio y agosto, por toda la red de transportes de Île-de-France (lo suyo es aprovechar los fines de semana para poder viajar con esta tarjeta a Versalles, Parque Asterix, DisneyLand…).

El transporte sin tarjeta (o sea, con tickets sueltos) es extremadamente caro. Para las visitas, lo mejor es el ParisVisite, con diferentes precios dependiendo de las zonas escogidas (sólo se puede escoger de zonas 1 a 3 o de 1 a 6) y de los días que el visitante estará (desde 1 día hasta 5), te permite viajar por esas zonas en cualquier medio de transporte público y puedes estar más tranquilo que comprando tickets sueltos.

El transporte público, a pesar de oler extremadamente mal, funciona realmente bien. Los trenes suelen ser puntuales, no hay muchos percances y los conductores de autobús, si te ven corriendo, te esperan (!). Eso sí, hay huelgas bastante a menudo, y se colapsa completamente -los servicios mínimos del RER por ejemplo, son el funcionamiento de una tercera parte de los trenes habituales sólo en horas puntas, el resto del día, cero patatero-, y en invierno, con las nevadas y las lluvias también hay bastantes colapsos, pero en general, no da muchos proble.as

Además, Paris cuenta con un enorme carril-bici, así que si vives cerca de la universidad, es muy probable que puedas ir en bicicleta. Existe una compañía (Vélib) que, haciendo un pago anual (no sé cual es, nunca la utilicé) puedes coger bicicletas que se encuentran en diferentes bocas del metro del centro de Paris sobre todo, y utilizarla durante media hora de forma gratuita. A partir de la media hora te empiezan a cobrar, a menos de que antes de que venza, dejes la bicicleta, cojas otra y vuelvas a empezar de cero. Sino, siempre quedará buscarse una bicicleta de segunda mano (o de primera, si te la puedes permitir).

Comida
Por mi experiencia personal, creo necesario llevar desde casita, o en su defecto que te lo envíe alguien, aceite, jamón serrano y lentejas. En Francia se utiliza mantequilla para pasar los filetes a la sartén (realmente se utiliza para casi todo), y al que no le guste el sabor es bastante desagradable. Hay, en cualquier supermercado, mucha variedad de aceites de colza y de girasol, pero pocas veces se encuentra el ansiado aceite de oliva, y en cuanto lo encuentras, descubres su exacerbado precio (una botella de 70 cl. alrededor de 7 euros). Las lentejas es algo que me sorprendió muchísimo: sólo había preparadas ya en botes, o unas lentejas que más bien deberían ser de oro, porque su precio era altísimo (4 euros una bolsita de 250 g.). Para mi erasmus eran imprescindibles, así que me las tuve que traer de esta enorme piel de toro. En cuanto al jamón serrano ya es a gusto del consumidor: en Francia hay sucedáneos de jamón, pero parecen pintados con pistola y su sabor no es ni parecido a lo que es en realidad. Hay tiendecillas de delicatessen españolas donde puedes encontrarlo, pero ya os podéis imaginar lo que puede llegar a costar eso. Por lo demás, los precios en el supermercado no están mal, claro está que habrá unos más caros que otros: Monoprix es carísimo, Franprix un poco menos; ED es el equivalente al DIA de aquí, Lidl hay por doquier, y Casino, depende de la zona donde compres: en mi HiperCasino los precios no eran muy diferentes a los de Madrid. La carne, el pollo y el pescado fresco es bastante caro, sobre todo el pollo; pero por lo demás, los precios no son para nada exagerados.

Para comer fuera de casa, siempre hay mil opciones. Las grandes cadenas de comida basura suelen ser la primera opción, pero si quieres comer más o menos bien por un precio relativamente bajo, en el Barrio Latino te puedes encontrar con restaurantes españoles, italianos, argentinos, turcos y con especialidades francesas con menús de entre 9 y 15 euros, primer y segundo plato y postre. La bebida nunca está incluida y las botellas de agua mineral son realmente caras, pero siempre puedes pedir agua del grifo, que la de Paris está muy rica, y te la sirven en una jarrita muy fresca (pedir carafe d’eau).

Costumbres
Los franceses y en especial los parisinos, a pesar de lo que digan, son bastante maleducados. Hay muchos que no soportan a los españoles, así que os tocará aguantar exageraciones del acento para que no te enteres de lo que están diciendo o cosas por el estilo. Hay que decir que la burocracia en Paris es muy lenta: siempre necesitan algún documento más y allí también existe el tan odiado ‘Vuelva usted mañana’, así que hay que armarse de paciencia.

Cuando pagan con tarjeta no necesitan el DNI, así que no se lo enseñéis nunca si no queréis que os miren con cara de rancios y os pregunten qué estáis haciendo. Suelen pedir perdón por todo, pero no se apartan por la calle, esperan a que sea el otro el que se aparte, así que si se chocan, piden perdón (al menos hacen eso). Suelen hablar bastante bajito, así que levantarán la vista cuando te escuchen hablar "gritando". Tienen muchísimo contacto visual: cuando vas en el metro todo el mundo se mira en algún momento a los ojos, incluso se sonríen o saludan sin conocerse, eso es algo que al principio asusta, pero luego es muy agradable: ir por la calle y que los parisinos te miren y te sonrían es un gesto que yo apreciaba mucho.

Universidad
La Universidad en Paris es un caos para estar de erasmus. Las clases suelen ser de asistencia obligatoria -con su correspondiente paso de lista o feuille d’emergement para firmar-, no son muy numerosas así que se quedan con las caras. No suelen poner facilidades a los erasmus porque son como el resto de los estudiantes, así que no os sorprendáis si os bajan la nota por faltas de ortografía (esto depende del nivel de cabronismo del profesor). Suele haber exámenes orales y los escritos suelen ser largos: te dan un tema y tú lo desarrollas al completo, alrededor de 5-7 caras. Si ya aquí no se te ocurriría tanta paja, imagínate en otro idioma. Personalmente, no elegiría Paris otra vez para irme de erasmus, pero a lo mejor es sólo que mi universidad (antigua Paris XII-Val de Marne, actual U-PEC) era una maldita basura.

Fiesta
Paris es precioso, pero es caro de coj*nes. Está bastante permitido hacer botellones -te pueden poner alguna pega si los haces en puentes como el Pont des Arts-, así que lo mejor es aprovechar el buen tiempo, escoger un sitio bonito como a las orillas del Sena bajo Notre Dame, o a los pies de la Torre Eiffel, y beber ahí. Siempre habrá fiestas Erasmus, sobre todo los martes y los jueves. Los martes suele ser en Duplex, un antrodiscotecapija bastante asquerosa, donde te miran con lupa la ropa que llevas, en qué situación alcohólica llegas y la cantidad de escote que muetras. Los jueves suele haber fiestas en Mix o en Back-Up (luego las cambiaron a otra discoteca que no pisé jamás, así que no puedo opinar. Mix es una macrodiscoteca a los pies de la torre de Montparnasse, donde después de pasar una larga cola en la calle, otra larga cola para enseñar el DNI (entran gratis los extranjeros antes de las 00.00), otra larga cola para pagar el guardarropa obligatorio y otra larga cola para que te revisen el bolso y se aseguren de que no pases botellas, alcohol, drogas y similares. Además, las colas para el baño también son muy jevis. No se puede fumar, sólo en una minisala que sólo con entrar te has fumado 7 cigarros de golpe. La lata de cerveza cuesta 5 euros. HORRIBLE. Back-Up es muchísimo mejor. Situada en metro Cambronne, es gratis la entrada antes de la 01.00, hay puertas bastante simpáticos, el guardarropa también es obligatorio pero no hay tanta cola. Hacen fiestas temáticas cada semana (yo me llevé a casa un sombrero de cowboy de la fiesta Coyote, un gorro de papá noel de Navidades, muchas máscaras de la fiesta Behind the Mask, muchos chupitos y más cosas que ahora mismo no recuerdo). La música es más aceptable, no ponen tanto chundachunda, y mezclan un poco más. El ambiente es más relajado, la gente más amable, y no hay tanto baboso.

Lo mejor para sobrevivir un Erasmus en Paris es salir mucho por Bastilla entre semana. Hide Out es uno de los mejores bares del mundo, pintas de cerveza a 3 euros hasta las 22.00 de domingo a jueves (4.50€ el resto de los días y horas), muy buena música, un ambiente estupendo y unos camareros simpatiquísimos. Otro es el Chantier Interdit, la pinta a 4 euros hasta las 02.00 de domingo a jueves (8 euros el resto de días y horas). La música es relativamente decente pero es mucho más grande. En ninguno se puede fumar. En Paris hay buenas salas de conciertos, pero tienes que buscar qué tipo de música es la que te gusta y averiguar un poco. Los conciertos no son muy caros, pero 1. no se puede fumar, 2. como en algunos la entrada a menores de edad está permitida, tampoco se puede beber alcohol. Y ¿qué queréis que os diga? Un concierto de punk sin una cerveza no es lo mismo 😛

Via: O desván das bolboretas: Erasmus en Paris

,

Leave a comment

Amores de mercadillo

Arribó a Sevilla procedente de Turín el pasado 7 de septiembre. Venía con una beca Erasmus en la mochila para estudiar Filología Hispánica. Acababa de cumplir 20 años de edad y fue su padre, Director Artístico del Pabellón de Italia en la Expo del 92, quien le animó a que eligiera Sevilla como destino. Rechazó la Villa y Corte, la espléndida Barcelona y la perla castellana de Salamanca para decidirse, vía paterna, por la Ciudad que vive y sueña a la sombra de la Giralda. Se alojó junto con otros jóvenes europeos -dos ingleses y un francés- en un chalet del Barrio de Heliopolis situado en la calle Perú. Acudía cada mañana a la antigua Fábrica de Tabacos para ilustrarse y aprender sobre nuestra Lengua, y los caminos que llevan a la Literatura de Cervantes e ilustres colegas. A mediodía solía comer en compañía de un estudiante procedente de la Baeza machadiana en Casa Diego, con sede en la Plaza de los Curtidores, justo en el corazón de la Puerta de la Carne. La mejor comida casera de Sevilla con diferencia. Hagan la prueba pues merece la pena.

Le costó muy poco integrarse en la Ciudad y aplicó a rajatabla un consejo que le dio su padre, Paolo Ricci, al despedirlo en el aeropuerto turinés de Sandro Pertini: “en Sevilla primero observa y después escucha; luego, primero escucha y después observa. Sitúate a medio camino entre el halago y el critiqueo. No pretendas adentrarte en el alma de la Ciudad sin pagarle un peaje de cariño y fidelidad”. De lunes a viernes dedicaba todo su tiempo al estudio y la lectura. Los fines de semana se pateaba la Ciudad en mañana, tarde, noche y madrugada. Le gustaba especialmente perderse de noche por el arrabal trianero, y rematar la faena escuchando flamenco en La Carbonería del impagable Paco Lira. Dado su peculiar carisma no le costó en exceso adentrarse en los círculos más sanos de la juventud sevillana (aquellos que saben combinar estudio, trabajo-los poquitos que lo tienen- y diversión sin molestar ni quemarse en el camino). Era apreciado en los distintos ámbitos donde se movía –fundamentalmente, y dada su joven apostura de galán italiano, por las féminas- y conocido entre los ambientes juveniles sevillanos como, “Roberto el Italiano” (nombre que le puso su padre como homenaje al genial Roberto Rossellini). Se adentró con facilidad en los vericuetos sentimentales de una Ciudad que, a los que bien la aman y valoran, nunca les pide el carné de identidad. Mantenía cada tarde una larga conversación con sus progenitores italianos, donde se dejaba aconsejar ante la eventualidad de cambiar su hoja de ruta sevillana.

Se estaba planteando en la actualidad el agenciarse una bicicleta para trasladarse del barrio de Heliópolis a la Universidad. La Ciudad disponía de muchos kilómetros de carriles bicis y le pareció que era conveniente utilizarlos. Le comentaron que se pasara una mañana de domingo por el Mercadillo que instalaban en el Charco de la Pava. Había uno que vendía bicicletas usadas y a un precio más que asequible. Lo que no sabía este digno heredero del gran Marcelo que allí le acechaba, para atraparlo, la dulce enredadera de los enamorados.

Un domingo que el almanaque marcó como 7 de noviembre del 2010, aterrizó Roberto en compañía de dos colegas de Facultad en aquel enjambre de efímeras calles donde todo, absolutamente todo, estaba sujeto a la gitana ley de la oferta y la demanda de la venta ambulante.
Venía de Italia, tierra de los mercadillos por antonomasia (Roma de picaros “vendo de todo” callejeros en la memoria de la Historia), pero aquel ambiente le pareció de peculiaridades bien distintas a las de su tierra. Se perdieron entre gritos y leves empujones por una maraña de ropas, frutas, zapatos y objetos de lo más variopinto. Le llamó la atención un puesto preparado con un exquisito esmero. Al fondo estaba situada “de culo” una enorme furgoneta blanca con dos enormes pósteres. En uno se veía a un Camarón barbudo, lleno de anillos, con una media luna tatuada en su mano derecha y la mirada perdida. El otro era con la figura de Jesús, blandiendo en su pecho un corazón luminoso y sangrante. Debajo un lema que decía: “Jesús te ama”. Dos jóvenes muchachas morenas de bronce lorquiano atendían la venta, mientras no paraban de anunciar a voces su mercancía: “María, comprarme que lo doy tó mu baratico”; “no pasar de largo sentrañas mías que estamos que lo tiramos”. Cuando Roberto se acercó para comprobar la mercancía ya fue tarde para casi todo (menos para el amor). ¡Vendían ropa interior femenina! Las había de todos los colores y tamaños y, allí estaba él, un pasmado italiano, sin saber como salir del espinoso trance. La más joven de las gitanas se volvió hacia él y le clavó como dos puñales sus hermosos ojos verdes: “primo, ¿a que quieres hacerle un regalito a tu novia?”. Se miraron de frente unos segundos que a ambos les parecieron una eternidad. Un choque de trenes. Una tormenta rompiendo sus olas en la vertiente cantábrica. Un crepitar de lluvia en las ventanas del alma. Ojos de miel italiana perdidos, ya para siempre, entre los del verde que te quiere verde de la gitanería. Se ruborizaron los dos a la par que bajaban sus miradas. Ella se retocó el hermoso moño de su pelo negro como la endrina. Se estiró su blanco delantal donde guardaba las monedas de los jurdeles para el cambio. Él se subió su pantalón vaquero y se colocó sus gafas de sol. Acudió a la llamada de sus amigos mientras que, hasta en tres ocasiones, se volvió para intercambiar con ella una cómplice sonrisa. Ambos tenían el firme convencimiento de que aquello era el comienzo de algo tremendamente hermoso. Para el próximo domingo quedaba pendiente y anhelante el segundo capítulo. La semana sería larga y le costaría trabajo concentrarse en el estudio de Luís de Góngora y Lope de Vega. No pudo disimular una sonrisa cuando se acordó que unos días antes preparó un trabajo sobre “La Gitanilla” de Cervantes”. Amores, amores de mercadillo.

Gitana pa no quererte
tengo que ve dos señale;
que se apague el firmamento
y que se sequen los mare.

Via: Toma de Horas: Amores de mercadillo

, ,

Leave a comment